lunes, marzo 14, 2005

Extrañas en un tren

Voy en tren. Y junto a mi va una chica. En estos viajes tan aburridos da tiempo a mirar y remirar a tus desconocidos compañeros de trayecto. Y yo, encima, resulta que soy mirona, no lo puedo evitar, Me ha llamado la atención que nada de lo ella que llevaba puesto me gustaba, ni los zapatos, ni los pantalones, ni el jersey. De inmediato mi mente ha dicho: 'Qué horror'. Después de esta maldad de mi inconsciente, le he regañado, porque no se debe pensar así. Y entonces me ha venido a la cabeza una idea. Me la he imaginado el día en que se fue a comprar cada prenda de las que llevaba puesta. Y es curioso, porque seguro que experimentó esa increíble sensación de probarte algo, que te guste y te quede bien. La adrenalina que se le disparó cuando pagó su prenda, signo de que ya era suya. Apta para lucirla en público. Y seguro que se la llevó pensando en lo bonita que era y las ganas que tenía de estrenarla.
Y dios sabe cuánto tiempo después de aquello, ahí estaba mi inconsciente criticando esas compras. Y posiblemente el suyo estaría espantada de mi aspecto.
La conclusión, no me enrrollo: Dos extrañas en un tren, separadas por un reposabrazos, rechazan la manera de vestir de cada una, sin saber que un día, las dos experimentamos ese 'subidón' de sentir que adquiríamos una prenda preciosa. Qué vida tan cruel, que sea asi como tenga uno que darse cuenta que juzgar la manera de vestir de otro es sencillamente inútil, porque esa persona no se vistió para tener tu aprobación.